Justo Antes De Irme

Buenos Aires me despidió con un día espléndido. Estoy sentado delante de la puerta 8 del aeropuerto de Ezeiza, con los ravioles de la abuela en mi estómago y la imagen de ella y mi viejo alejándose, después del último abrazo.

Escena cuantas veces repetida, hasta el cansancio, como si fuese un acto fallido de mi karma que se repite una y otra vez; como si la vida estuviese insistiendo para que yo aprenda algo de todos estos encuentros y desencuentros. La imagen de Condarco 2514, Sarmiento 1287, Albarellos 1548, Debenedetti 1318, Libertador 1574, tantos lugares, tanta gente, tanta vida que va y viene, el acto maravilloso de la existencia y de la plenitud.

Tengo al lado de mi compu, en la mochila, una quena. Hecha a mano, se transformó ipso facto en un objeto de culto, como la representación más tangible de un cariño que ya no tiene más necesidad de expresarse con palabras. Ayer, mis primeras notas, en dúo con un ser entrañable que la vida me puso en el camino, y que sin ser hermano, se transformó en uno.

Cosa rara del destino, la mochila en que llevo la compu resultó tener un bolsillo externo perfectamente adaptado para llevar la quena conmigo, de un lado a otro. Algo me dice que una cosa especial está naciendo entre ella y yo. Mi primer instrumento musical; es difícil describirlo.

Resuenan en mí las risas de anoche, el vino compartido y que acerca, la música que une e identifica. El abrazo fraterno que alimenta el alma, que quiere decir tanto pero sin palabras. Si, un par de lágrimas.

Venir a Argentina es siempre emotivo, hermoso, simple, alentador, violento, intenso. No es gris: es blancos y negros, rabiosos, fuertes, casi obscenos.

Y “Ay Ay Ay” en mis oídos; el sonido de los Piojos, el recuerdo de lo pasado y el anhelo de lo que vendrá. Ansiedad? Y si, un poco; como siempre, como cada vez.

Y en la pista veo a los chabones vaciando el Airbus A340 de Lan Chile que acaba de llegar; una vez estuve allí. No hace mucho, nada es hace tanto, ni nada está tan lejos; la memoria es una realidad completa, pero que solo una persona vive a la vez. Perderla seria negarse.