Una Habitación Con Vista Al Mar

adaptado por

Hernán Mancuso y Adrian Kosmaczewski

Basado en el cuento homónimo de Hernán Mancuso

Tercer borrador

13 de junio de 2016

FADE IN:

INT. RECEPCION DE HOTEL EN MAR DEL PLATA – ATARDECER

Son las 7 de la noche, durante el mes de Abril. La luz del hotel es tenue, y muestra un ambiente decorado con un estilo típico de los años setenta, en colores naranjas y marrones, muebles con bordes redondeados y una foto autografiada de Piazzolla colgada en la pared. El mostrador de madera tiene muestras de uso con su elegancia de otrora. Detrás del mostrador se ve una computadora con una pantalla anticuada que emite una luz azulada. El salón de recepción tiene fotos de Mar del Plata, folletos de varios festivales y atracciones turísticas, y al fondo un ascensor con puertas plateadas. El lugar es elegante y cálido. Suena "La Garota de Ipanema" en el sistema de música funcional. ORDÓÑEZ, un hombre de unos 40 años, de pelo negro y barba corta, metro setenta de altura, vestido con pantalón marrón y un sobretodo gris, está de pie delante del mostrador. Tiene la apariencia de un profesor, con mirada y voz profundas. Del otro lado, lo atiende la RECEPCIONISTA, una joven rubia de ojos marrones y contextura mediana, de unos 25 años.

ORDÓÑEZ

Buenas tardes.

RECEPCIONISTA

Buenas tardes. ¿En qué puedo servirle?

Una pareja de huéspedes, HOMBRE y MUJER, de unos 55 años cada uno, salen del ascensor al fondo riendo y hablando y se dirigen a la recepción.

ORDÓÑEZ

(apoyando el bolso en el suelo)

Busco una habitación; si tuviera una disponible…

La pareja llega al mostrador, el hombre interrumpe a Ordóñez para entregarle la llave a la recepcionista.

HOMBRE

¿No podría recomendarnos un buen restaurant aquí cerca?

ORDÓÑEZ

(con cara de hastío)

…con vista al mar.

La recepcionista, visiblemente confundida por tener varias personas hablándole al mismo tiempo, gira la cabeza alternativamente en dirección de la pareja, vuelve la mirada a Ordóñez, levanta la mano pidiéndole un minuto y finalmente dirige su atención a la pareja.

RECEPCIONISTA

(sacando un mapa de atrás del mostrador)

¿Un restaurant? Claro que sí.

(haciendo unos puntos en un mapa)

Tiene el "Santa Lucía" aquí a 100 metros, "El Provenzal" a media cuadra, y si desea comer sushi, el "Tokio" a dos cuadras de aquí.

(entregando el folleto)

En este mapa tiene otras sugerencias.

Ordóñez observa la escena en silencio, con cierta aprehensión en la mirada.

HOMBRE

Muchas gracias.

RECEPCIONISTA

Que tenga buenas noches.

La pareja se aleja, siempre riéndose y caminando agarrados de la cintura. Ordóñez gira sobre si mismo y los ve alejarse, mientras la recepcionista retira los folletos del mostrador.

RECEPCIONISTA

¿Una habitación me dijo? Cómo no. ¿Habitación simple?

ORDÓÑEZ

(dándose vuelta hacia la recepcionista)

Sí. Simple.

RECEPCIONISTA

Cómo no. Son trescientos veinte. Puede ocuparla hasta las diez de la mañana. El desayuno está incluido, se sirve a partir de las 7 hasta las 9.

ORDÓÑEZ

(mirando fijamente a la recepcionista)

Ordóñez.

RECEPCIONISTA

(sonriente pero perpleja)

¿Perdón?

ORDÓÑEZ

Me llamo Ordóñez.

RECEPCIONISTA

Ah, sí. Cómo no.

(colocando un talonario y una lapicera sobre el mostrador)

Complete por favor con sus datos.

Ordóñez escribe sobre el formulario mientras la recepcionista lo mira atento. En el campo previsto para el nombre solamente escribe su apellido.

RECEPCIONISTA

Alguna preferencia, el señor.

ORDÓÑEZ

Sí. Que tenga vista al mar.

RECEPCIONISTA

Lo siento, pero no tenemos ninguna habitación con vista al mar. Puedo ofrecerle…

Los ojos de Ordóñez se apagan, su sonrisa se borra, baja los hombros.

ORDÓÑEZ

(suspirando, bajando los ojos, retirándose)

Le agradezco. Yo simplemente busco una habitación con vista al mar.

Ordóñez se aleja lentamente de la recepción, sin despedirse y sale del hotel. La recepcionista lo ve alejarse sin decir nada, guarda el formulario y la lapicera detrás del mostrador.

CUT TO:

EXT. CALLE DE MAR DEL PLATA – ANOCHECER

Ordóñez sale del hotel, cabizbajo. Mira al cielo nublado, se levanta la solapa del sobretodo y camina por una calle desierta. Pasa un Renault 12 a toda velocidad a su lado salpicando agua. No hay nadie más en la calle. Camina unos 50 metros. Ordóñez empieza a cruzar la avenida a mitad de cuadra. Al fondo de la avenida se ve el mar, iluminado por la luz del atardecer.

CUT TO:

TITULOS: “Una Habitación Con Vista Al Mar” Ordóñez cruza la calle y ve el cartel de otro hotel. El viento sopla y entra rápidamente. Va a volver a llover en cualquier momento. Al cabo de unos veinte segundos Ordóñez sale del hotel, se levanta la solapa del sobretodo una vez más, y sigue su camino.

FADE TO:

EXT. CALLE DE MAR DEL PLATA – NOCHE

No hay ni gente ni autos. Hace frío. Ordóñez camina en silencio, caen algunas gotas de llovizna sobre su cabeza. El viento sopla de a ráfagas, y Ordóñez cierra los ojos y tiene frío. El viento y el cansancio lo hacen caminar tambaleándose, evitando baldosas flojas y chocando su bolso contra paredes, algunas de las cuales están decoradas de graffiti políticos. Pasa caminando por delante de una pizzería con algunos comensales dentro. Ordóñez se detiene unos segundos y mira por la vidriera la gente allí reunida. Observa detenidamente los gestos y las actitudes. Nadie dentro del negocio parece darse cuenta de la presencia de Ordóñez. En ese momento Ordóñez escucha alguien toser, y baja la mirada hacia la vereda. Apoyado a la pared del local, sentado sobre unos cartones, esta LINYERA, un hombre de unos 65 años, de pelo sucio y gris, de barba larga y blanca. Su piel está quemada por el sol del verano que se acabó. Sus ojos son claros y tristes, profundos. Está vestido con ropa rota y una vieja campera de color gris y azul. Tiene la mano tendida hacia la avenida y al darse cuenta de la presencia de Ordóñez, gira su cabeza mirando para arriba. Su voz es ronca y áspera, sus dientes están en bastante mal estado.

LINYERA

No tiene una moneda, amigo.

ORDÓÑEZ

(bajando la mirada)

¿Disculpe?

LINYERA

(sonriendo)

No se disculpe tanto, hombre. Simplemente le pido una moneda.

ORDÓÑEZ

¿Y para qué quiere una moneda?

El linyera se incorpora ligeramente contra la pared de la pizzería, abre la boca y mira a Ordóñez con cierta sorpresa.

LINYERA

(mirando de un lado a otro)

Para ponerla en plazo fijo, ¿para qué va a ser?

Ordóñez, visiblemente molesto con la reacción del linyera, mira de vuelta hacia el interior de la pizzería, baja de vuelta la mirada al linyera y se le ocurre una idea.

ORDÓÑEZ

Levántese, hombre, lo invito a comer algo.

El linyera se queda callado unos instantes, tratanto de elaborar una respuesta coherente. Entonces levanta las cejas, como habiéndose dado cuenta de algo, y sonríe.

LINYERA

No, no.

ORDÓÑEZ

Vamos, hombre.

LINYERA

(acomodándose)

No, no gracias.

ORDÓÑEZ

Venga, hombre, yo también tengo hambre, le ofrezco lo que usted quiera comer.

LINYERA

(mirando para el otro lado)

No, esa ya me la hicieron. Una vez, y el quía se rajó después de morfar y yo tuve que salir corriendo del restorán, me quisieron meter en cana a mí, mire que hay gente hija de puta dando vuelta, hacerme eso a mí, no, ni en pedo amigo.

ORDÓÑEZ

(sacando un billete de cien pesos de su bolsillo)

Mire, para que me crea, aquí tiene la plata, se la doy ahora pero solamente si entramos juntos a comer algo. Usted paga y listo.

El linyera mira desconfiado a Ordóñez durante medio minuto. Frunce el ceño, escucha el gruñir de su estómago. No ha comido en días. Finalmente extiende la mano y recibe el billete de parte de Ordóñez.

LINYERA

(mirando el billete)

Este es el retrato de Roca más triste de la historia del Banco Central.

ORDÓÑEZ

(perplejo)

¿Por qué dice eso?

LINYERA

Bueno, mírese a los ojos, usted está realmente triste.

Ordóñez se toca instintivamente la cara con la mano, busca su reflejo en uno de los espejos que ornamentan el interior del restaurant, pero no logra distinguir mucho. El linyera juega con el billete en sus manos y no puede contenerse.

LINYERA

(sonriendo)

Disculpe que me entrometa, hombre, pero usted está hecho mierda.

Y el linyera, oyéndose, no puede evitar una única carcajada, de la cual se disculpa inmediatamente con un gesto de la mano y bajando los ojos. Después de recomponerse, tose y vuelve a mirar a Ordóñez.

LINYERA

La verdad es que hace varios días que no como. El billete me lo guardo y usted paga, ¿estamos?

ORDÓÑEZ

El billete se lo guarda y yo pago. Vamos, véngase.

Al cabo de unos segundos de indecisión, el linyera se incorpora en el cartón y se sacude algo de tierra que tiene sobre su campera. Ordóñez abre la puerta de la pizzería en silencio, y aún con desconfianza en la mirada, el linyera entra, seguido por Ordóñez.

CUT TO:

INT. PIZZERIA DE MAR DEL PLATA – NOCHE

El interior de la pizzería recuerda a las viejas pizzerías de los años 1940 o 1950; fotos de famosos en blanco y negro colgadas de la pared, recortes de diarios, platos de aluminio, dispensers de servilleta en las mesas. Al fondo se ve un horno de leña, delante del cual el maestro pizzaiolo amasa y condimenta unas pizzas. Hay gente sentada en mesas, alguna que otra familia, y un par de clientes en el mostrador comiendo sendas porciones de parado. Algunos comensales se dan vuelta al darse cuenta de que el linyera entra al restaurant. El MOZO, un hombre de unos 50 años vestido de camisa blanca con moño y pantalón negro, se acerca inmediatamente a interceptar a nuestros personajes en la puerta del restaurant, visiblemente molesto.

MOZO

No, no, por favor, retírense.

ORDÓÑEZ

Yo me hago responsable, por favor, déjeme que le pague algo de comer a este hombre.

Un silencio de unos segundos, acompañado por los ojos del linyera que van del mozo a Ordóñez.

ORDÓÑEZ

Comemos y nos vamos, sin quilombo, por favor. Se lo ruego.

El linyera mira la escena con los ojos abiertos. El mozo finalmente baja los hombros.

MOZO

Está bien, pero quédense en este sector del restaurant y no armen quilombo.

ORDÓÑEZ

Muchas gracias, no se preocupe.

Ordóñez y el linyera se sientan en una mesa al lado de la ventana, a media distancia entre la entrada del restaurant y de la mayoría de los comensales. En la mesa hay unos menúes plastificados con fotos de pizzas y los platos del día. Ordóñez toma uno de los menúes y mira. El linyera aún duda, y Ordóñez le hace un gesto para que mire también el menú. El linyera levanta el menú, siempre desconfiado. El mozo llega unos segundos más tarde.

MOZO

¿Qué se les ofrece?

ORDÓÑEZ

(dirigiéndose al linyera)

Le parece que compartamos una grande de muzzarella y morrones?

El linyera se encoje de hombros y asiente.

MOZO

(mirando al linyera con cierto asco, escribiendo en un bloque de notas en su mano)

¿…y para tomar?

ORDÓÑEZ

Una Schneider de litro.

MOZO

(terminando de apuntar en el bloque, retirándose)

Muy bien, muchas gracias.

Ordóñez y el linyera miran al mozo yendo a la cocina, y un silencio incómodo invade la escena durante unos segundos.

ORDÓÑEZ

Si yo le doy una moneda mañana usted estará ahí afuera, de vuelta, sin haber comido, y nada habrá cambiado.

El linyera se queda callado unos instantes, tratanto de elaborar una respuesta coherente. Entonces levanta las cejas, como habiéndose dado cuenta de algo, y sonríe.

LINYERA

Eso, querido amigo, usted no lo sabe. A veces me ha tocado tener suerte y una vez me han dado lo suficiente como para dormir en un hotel. Mire lo que le digo. Una ducha caliente, una cama mullida, un desayuno, y la vida toma otro gustito, ¿vió?

El linyera sonríe, pero ve que Ordóñez lo sigue mirando fijo, sin sonreir.

LINYERA

¿Como se llama?

ORDÓÑEZ

Mi nombre es Ordóñez.

LINYERA

No, hombre, bueno, señor Ordóñez, como se llama ella. Para que alguien esté con la mirada que usted tiene, algo le pasó con una mujer.

ORDÓÑEZ

¿Y eso a usted qué le importa?

El linyera se encoje de hombros.

LINYERA

Tiene razón.

Mirando el billete aún en sus manos, el linyera se acomoda en su silla.

LINYERA

Disculpe la intromisión, señor Ordóñez.

ORDÓÑEZ

(apoyándose en el respaldo de la silla)

No me diga señor, que me hace sentir más viejo de lo que soy.

El linyera dirige la mirada hacia el mostrador. Ordóñez gira la cabeza en la dirección opuesta del linyera, hacia la ventana que da a la calle. La voz del linyera resuena en su cabeza.

LINYERA (OFF)

…como se llama ella. Para que alguien esté con la mirada que usted tiene, algo le pasó con una mujer.

FADE TO:

INT. CASA DE ORDÓÑEZ – SALA DE ESTAR – DIA

Aparece ANA, la compañera de Ordóñez, una mujer de unos 35 años, de pelo y ojos oscuros, manos finas, cabello corto, hasta los hombros, ligeramente ondulado. Ana está sentada en un sofá de tres plazas. Ordóñez está sentado en otro sofá individual al lado de ella, leyendo “Languidez” de Alfonsina Storni. Ella tiene lentes redondas, de marco fino, sin mucho aumento. Detrás del sofá de Ordóñez se ve una luz de lectura, un salón pequeño, y al fondo una biblioteca. Sobre la mesa ratona delante de ellos, hay un mate y un termo y varios libros, y por una ventana delante de ellos se ve una avenida, más allá una playa, y a lo lejos se adivinan las olas del mar. En la biblioteca y la mesa ratona se perciben los tomos de "La insoportable levedad del ser" de Kundera, “Qu'est-ce que la propriété?” de Proudhon, "¿Qué es la vida?" de Erwin Schrödinger, “Ficciones” de Borges, “Siddhartha” de Hermann Hesse, obras de Lacan, Freud y Jung, una selección de clásicos de la literatura argentina entremezclados con obras de psicología, ciencia y poesía, en inglés y francés. Se ve una máquina de escribir de color verde agua, de marca “Hermes” hacia el fondo de la escena, sobre un escritorio. Una radio Spica con su funda de cuero en una de las repisas de la biblioteca. La habitación es una casa de un solo ambiente, y al fondo hay una cama de dos plazas. Ana sostiene en sus manos “Rayuela” de Cortázar. Baja sus anteojos y lo mira a Ordóñez, que deja de leer el libro. Ana sonríe y mira dulcemente a Ordóñez.

ANA

¿Podés creer que nunca lo terminé de leer?

Ordóñez no le devuelve la sonrisa, sino que la mira fijamente, absorto en pensamientos. Sin mover la cara, levanta los ojos sin pestañear. Ana, mientras tanto apoya el libro en su regazo. Ella lo mira en silencio sin decir palabra, siempre sonriendo, pero con ojos sorprendidos, tratando de distinguir una a una las arrugas en la frente de Ordóñez. Finalmente se rie y, sacudiendo la cabeza, apoya los anteojos en el sofá. Ana se levanta del sofá y camina hacia la ventana que domina la habitación. Se distinguen a lo lejos las líneas de la espuma del mar, que se acercan y se alejan, rítmicamente. Ordóñez la mira caminar hacia la ventana en silencio. Ana se apoya en el vidrio y se queda unos instantes contemplando la inmensidad de la luz y del mar. Ordóñez se levanta de su sofá y se aproxima a ella. Coloca sus manos en las caderas de Ana y la besa en el cuello. Mira el mar y acerca su boca al oído de su compañera.

ORDÓÑEZ

(susurrando)

El mar es un antojo.

Ana reclina su cabeza hacia atrás, mientras que Ordóñez le acaricia el vientre y los pechos. Desliza una de sus piernas entre las de Ana, que cierra los ojos, bajando sus brazos y abrazando a Ordóñez hacia atrás. Ambos quedan entrelazados en la luz que viene desde el mar, acariciándose. Ana se da vuelta lentamente y le saca los anteojos a Ordóñez, lo besa profundamente y se alejan de la ventana.

FADE TO:

INT. CASA DE ORDÓÑEZ – CAMA – NOCHE

Ana y Ordóñez están acostados. Ordóñez está detrás de Ana, abrazándola por la espalda. Hay oscuridad y la luz de la luna entra por la ventana. Ordóñez se incorpora y se sienta en el borde de la cama. Ana sigue durmiendo. Ordóñez mira en silencio el cuerpo semidesnudo de su compañera, con ojos serios. Ordóñez se levanta de la cama, caminando desnudo en la oscuridad de la habitación únicamente iluminada por la luz de la luna. Apoya la cabeza en el vidrio y llora en silencio, desconsoladamente. Ana sigue durmiendo.

FADE TO:

INT. PIZZERIA DE MAR DEL PLATA – NOCHE

Un Peugeot 504 pasa por delante de la pizzería a baja velocidad. Ordóñez mira a su alrededor. Frunce el seño y una lágrima cae por su mejilla. Se limpia la cara con su mano. El linyera ve el gesto del rabo del ojo y gira la mirada hacia Ordóñez.

LINYERA

A veces yo también lloro en mi cartón, es jodido estar en la calle. Pero este es uno de mis rincones preferidos de Mar del Plata. ¿Sabe que lo ví a Piazzolla una vez acá mismo?

Ordóñez no responde.

LINYERA

Estoy tan perdido como usted.

ORDÓÑEZ

(deteniéndose)

Eso no lo creo.

LINYERA

(sentándose en el banco en el que estaba sentado Ordóñez)

Usted no tiene el monopolio de la angustia, Ordóñez.

ORDÓÑEZ

Ni usted el de la sabiduría.

LINYERA

(levantando los brazos, mirando al piso)

"Touché".

ORDÓÑEZ

Eso es francés.

LINYERA

(levantando la mirada hacia Ordóñez)

Si, gracias, ahora tengo una respuesta más para cuando juegue al Carrera de Mente.

Ordóñez lo mira detenidamente por unos segundos.

ORDÓÑEZ

Usted tiene cultura, ¿qué hace en la calle?

LINYERA

(rascandose la oreja con el meñique)

Trato de desprenderme de tanta cultura al pedo.

El linyera se mira el dedo y vuelve a rascarse la oreja.

ORDÓÑEZ

Eso no tiene sentido.

LINYERA

Tampoco lo tiene su tristeza.

ORDÓÑEZ

Ya le dije que eso a usted no le importa.

LINYERA

¿Entonces por qué se queda ahí, mirándome? Váyase, y siga dándose lástima a usted mismo, que es su especialidad, por lo visto. Yo me quedo a comer la pizza.

Ordóñez se queda inmóvil por unos instantes.

ORDÓÑEZ

"Touché".

LINYERA

(sonriendo)

Eso es francés.

FADE TO:

INT. PIZZERIA DE MAR DEL PLATA – NOCHE

La pizza ya ha llegado, y el linyera está comiendo animadamente, apresurado. Ordóñez come lentamente. El linyera escucha atentamente el relato de Ordóñez, mirándolo con una sonrisa.

ORDÓÑEZ

Se llama Ana.

LINYERA

Hermoso nombre.

ORDÓÑEZ

Ella me busca continuamente, como si yo fuese una especie de oráculo que todo lo sabe. Me agobia.

LINYERA

Y dígale todo lo que sabe y listo.

ORDÓÑEZ

No, pobre. Se volvería loca. No quiero que nadie vea lo que veo yo. La vida tiene una simbología abrumadora.

De repente el linyera mastica su pizza más lentamente, abre los ojos y se acuerda de algo.

LINYERA

¡Funes!

ORDÓÑEZ

(apoyando los cubiertos en el plato)

¿Eh?

LINYERA

Usted me hace acordar al Funes de Borges, sabe.

ORDÓÑEZ

Ah, si.

LINYERA

Pero con una diferencia: usted aún puede moverse y caminar. Lo cual le saca sentido a su melancolía.

ORDÓÑEZ

¿Como?

LINYERA

(cortando otra porción de la pizza)

Usted piensa mucho, y ahora podría estar sentado en su casa con, ¿cómo se llamaba?

ORDÓÑEZ

Ana.

LINYERA

(masticando con la boca abierta)

Eso, Ana. Podría estar con ella y sin embargo aquí está, hablando con un nadie y buscando un no se qué que lo vuelve loco loco y que para el caso, le digo, no tiene sentido.

Ordóñez se queda pensando unos segundos.

ORDÓÑEZ

Pero lo que veo tiene un sentido abrumador. Las personas viven su vida sin darse cuenta de la manipulación a la que son sometidos, al dolor que les acompaña cada día, y siguen adelante sin darse cuenta de nada, y yo me angustio de ver como se…

LINYERA

(interrumpiéndolo a Ordóñez)

Eso es lo que le enseñaron a creer, Ordóñez. Y usted, como buen alumno, se sacó un "muy bien diez" y creció toda su vida alimentándose de Kundera y Hesse y Borges y Lacan y mírese ahora, enterrado en su miseria, buscando desesperadamente que cada acontecimiento le dé razón, que cada encuentro tenga destino, que cada libro tenga sentido, que cada idea sea un destello de su genio interno, que cada mujer sea una musa, que cada texto sea un mensaje de coherencia para explicar el mundo.

El linyera deja los cubiertos, se toma un sorbo de cerveza y sigue hablando con un Ordóñez enmudecido.

LINYERA

(apoyando el codo en la mesa y gesticulando con el índice de la mano izquierda)

No hay nada de eso, Ordóñez, y no le va a gustar lo que le voy a decir, pero lo que usted busca, lo tuvo delante suyo toda su vida, y sigue obstinándose a tener los ojos cerrados. La gente se lastima, sí, ¿y qué? Quizás les guste, y quizás no, pero está todo muy bien así.

La mesa queda en silencio durante unos segundos.

LINYERA

(mirando fijamente a Ordóñez)

Ordóñez, usted es un buen tipo. Mire, me ve en la calle, me invita a cenar, y a mi me da lástima verlo como está. Pero, ¿sabe? Ya tuvimos un redentor, y mire como le fue. Déjese de joder. Ana lo ama a usted, y usted lo sabe, y usted es un pelotudo. ¿Si yo tuviese una Ana esperándome, cree que estaría aquí en esta pizzería mersa hablando con un linyera en pedo?

Ordóñez se queda en silencio mientras el linyera se sirve la última porción y la come con voracidad.

FADE TO:

INT. CASA DE ANA Y ORDÓÑEZ – NOCHE

Ana mira hacia la ventana desde su sofá, y ve el farol que ilumina la avenida, la playa, y las líneas de la espuma del mar que se acumulan en la costa. En la mesa ratona delante de ella, hay el ejemplar de “Rayuela” con un señalador en el medio. Hay pañuelos usados en el piso, y una taza de té vacía al lado del libro. La escena indica que hubo llanto y angustia durante varias horas. Ana camina por la habitación en dirección de la ventana. Se acerca y la abre. El viento mueve su cabello. Ana cierra los ojos. Desliza una mano por sus pechos, que se distinguen debajo de su camisa entreabierta. Gotas entran por la ventana y corren entre sus dedos. Cierra los ojos y se muerde el labio inferior. Su otra mano baja por sus caderas, lentamente, y se dirige hacia su entrepierna, suavemente y luego con fruición. Ana disfruta del momento con los ojos cerrados y su boca se entreabre. Una lágrima cae por su mejilla, en silencio y en suavidad.

FADE TO:

INT. PIZZERIA DE MAR DEL PLATA - NOCHE

La botella y los vasos de cerveza están vacíos en la mesa. El mozo ya retiró los platos, y la conversación entre el linyera y a Ordóñez se estiró de tal manera que no queda más nadie en la pizzería. Los mozos estan poniendo las sillas sobre las mesas y limpian el piso. En el mostrador otro empleado seca vasos con un trapo. El pizzaiolo ya se retiró, el horno de pizza está apagado.

LINYERA

¿Y ahora? ¿Qué es lo que está buscando ahora?

ORDÓÑEZ

¿Ahora? Simplemente busco una habitación con vista al mar. Mire que fácil se la hago.

El linyera lo mira serio, empieza a sonreir, y finalmente se rie a carcajadas.

LINYERA

(riéndose)

¿Quiere una habitación con vista al mar? ¿Y para qué, Ordóñez?

FADE TO:

INT. CASA DE ANA Y ORDÓÑEZ – NOCHE

Ana está aún al lado de la ventana, la lluvia cayendo por sus mejillas y su pelo.

ANA

(murmurando)

El mar es un antojo.

FADE TO:

EXT. PIZZERIA DE MAR DEL PLATA - NOCHE

ORDÓÑEZ

El mar es un antojo.

LINYERA

¿Lo qué? Espere, espere, el mar es el mar, y no es lo mismo el mar que una ventana con vista al mar.

ORDÓÑEZ

No sé a qué se refiere. El mar es lo que usted quiere que sea, no hay el mar.

LINYERA

(sonriendo)

Yo conozco la mejor habitación con vista al mar.

El mozo se acerca a la mesa.

MOZO

Disculpen caballeros, pero tenemos que cerrar.

FADE TO:

EXT. PLAYA DE MAR DEL PLATA – NOCHE

Ordóñez llega a una playa iluminada por los faros de la costanera. Deja caer su bolso, y a pesar de la llovizna se sienta en la arena, mirando fijamente el mar. A lo lejos se escuchan las tenues notas del "Homenaje a Córdoba" de Piazzolla.

CUT TO:

El linyera lo mira acercarse al mar desde la costanera, y se aleja rengueando lentamente, cargando sus pertenencias y sonriendo cabizbajo.

CUT TO:

Ordóñez se pone de cuclillas, luego se sienta, se acuesta y apoya la cabeza en el bolso, siempre mirando el mar. Al cabo de unos minutos, acurrucado en la arena, tapándose con su sobretodo gris, cierra los ojos y se duerme. FIN